ESQUIZOFRENIA

Existe una notable diferencia entre los trastornos neuróticos o los que afectan al estado del humor como la depresión, y los trastornos psicóticos o psicosis que realmente son alteraciones graves y globales de la personalidad que deterioran por completo la capacidad de relación del individuo y le aíslan dentro de una realidad que sólo él percibe; el enfermo psicótico no está consciente de su enfermedad, es decir, se haya alterado su juicio de la realidad.

La esquizofrenia es una enfermedad crónica de naturaleza psicótica, de inicio habitual en la adolescencia y la juventud, que afecta a un 1% aproximadamente de la población general y algo más frecuente entre los varones; produce una deformación fundamental de la personalidad, caracterizándose por lo siguiente:

Es por tanto una enfermedad que produce una ruptura con la realidad y que desorganiza y empobrece la capacidad psíquica del individuo, aunque comúnmente mantiene un estado de conciencia claro y una capacidad intelectual intacta.

Tratándose de una enfermedad psiquiátrica que tiene una base física en un mal funcionamiento cerebral concreto, que aún hoy en día es motivo de estudio e investigación. Posiblemente no sea apropiado considerar la esquizofrenia únicamente como una alteración cerebral, sino que también tendrá que explicarse su origen desde el trastorno de la propia personalidad del individuo desde su entorno. Por tanto, la esquizofrenia es una enfermedad que debe ser abordada desde un triple punto de vista:

Existe un prototipo de individuo, llamado leptosómico, que corresponde de forma general con el perfil del esquizofrénico, y que se caracteriza por aspecto delgado y estirado, bajo desarrollo muscular, tendencia a la introversión y al aislamiento, hipersensibilidad no expresada y frialdad afectiva. Con frecuencia el esquizofrénico está etiquetado como "loco" por la sociedad que le rodea, sobre todo en el medio rural, y en ocasiones habita en el domicilio familiar como un extraño que lleva su propia vida; afortunadamente hoy en día esto tiende a cambiar.


La esquizofrenia, como otras muchas enfermedades psiquiátricas, tiene un curso crónico más o menos estable que se ve alterado en ocasiones por brotes o agudizaciones. Desde el punto de vista de la práctica clínica se dividen los síntomas de la esquizofrenia en dos grupos:

  • Síntomas negativos, propios de las fases previas o posteriores a los brotes esquizofrénicos, y que se caracterizan por el trastorno de la función social, las creencias extravagantes, el aislamiento, la anhedonia o incapacidad para disfrutar, el lenguaje empobrecido, la pérdida acusada del interés o la iniciativa y, en general, un "aplanamiento" afectivo del individuo. Su imagen típica es la de permanecer inmóvil mirando televisión sin verla, fumando sin parar o metido en la cama todo el tiempo.

Antes de la aparición de un brote suele encontrarse en ocasiones una fase previa al mismo caracterizada por un mayor retraimiento social, casi imperceptible al inicio, con un descenso de la actividad en general y en particular con un deterioro de la higiene y la vestimenta; es el entorno familiar el que detecta en primer lugar estos cambios.


El término esquizofrenia engloba a un grupo de enfermedades psicóticas con algunos síntomas en común pero con otros que las diferencian entre sí; podemos distinguir:

  • Esquizofrenia paranoide: es aquella en la que predominan las ideas delirantes de persecución o falsas creencias y en las que aparecen alucinaciones con frecuencia.
  • Esquizofrenia heberénica: se caracteriza por un desorden importante en la afectividad del individuo junto con una conducta desorganizada.
  • Esquizofrenia catatónica: que se acompaña de alteraciones en la movilidad del individuo, siendo muy típica la inhibición absoluta o aspecto de "estatua" durante todo el día.

El enfermo esquizofrénico puede llegar a la consulta del médico de tres maneras diferentes:

1. Por iniciativa propia: ocurre en pocas ocasiones y si acude es por otros problemas orgánicos que pueden ser secundarios a su enfermedad mental.

2. Por iniciativa familiar: en la mayoría de los casos alguien del entorno del enfermo será el que comunique que de forma progresiva uno de sus congéneres está cada vez más "raro" o más desconectado de la realidad.

3. Por vía legal: en aquellos casos en los que se presenta un brote agudo de la enfermedad, normalmente por un mal control de la misma, es necesario el traslado forzoso del sujeto al medio hospitalario.

El diagnóstico de la esquizofrenia compete en cualquier caso al psiquiatra, que valorando la sintomatología, los antecedentes personales y familiares, y explorando la mente del enfermo puede llegar a confirmarla. Como en otras muchas enfermedades de este tipo, debe descartarse previamente la presencia de otras enfermedades cerebrales, o no, que puedan ser causa del cuadro descrito, como tumores, intoxicaciones por drogas u otras.

La terapéutica de estos pacientes se puede llevar a cabo de dos maneras diferentes:

Algunas Recomendaciones:

En la mayoría de los casos el enfermo requiere un ingreso hospitalario o en una unidad especializada para su diagnóstico y tratamiento, aunque sea de forma forzosa por orden judicial. En los últimos años se han cambiado políticas sanitarias en cuanto a la permanencia casi de por vida de estos enfermos en los psiquiátricos; hoy en día se intenta mantener el mayor tiempo posible en su domicilio al enfermo mental tratado correctamente para evitar la aparición de nuevos brotes, aunque esto no es siempre posible.