ASMA

QUÉ ES EL ASMA...

El Asma es una enfermedad respiratoria en la que el espasmo y la constricción de los bronquios y la inflamación de su mucosa limita el paso del aire; de allí que el origen de su nombre proviene del griego "asthma" que quiere decir "difícil respiración". Este estrechamiento de las vías respiratorias es típicamente temporal y reversible, pero en ataques severos de asma puede provocar incluso la muerte.

El asma afecta tanto a mujeres como a hombres de todas las edades y grupos étnicos y de los distintos niveles socioeconómicos, aunque es más frecuente, por causas que todavía se desconocen, en zonas urbanas deprimidas económicamente, en climas fríos y en países industrializados atacando principalmente a los niños.

 

ATAQUE ASMÁTICO

El ataque asmático se produce cuando los bronquios y bronquiolos se inflaman, reduciendo el espacio por el que el aire pasa hasta llegar a los pulmones.

La inflamación de las vías respiratorias comienza cuando una sustancia irritante, por ejemplo el humo de un cigarrillo, se pone en contacto con la pared de las vías respiratorias. Esta sustancia desencadena la activación del sistema inmunológico del organismo que envía unas células especializadas, llamadas mastocitos, a la zona que sufre la irritación. Estas células liberan histamina, lo que origina una inflamación localizada y una vasodilatación. Todo este proceso se conoce con el nombre de respuesta inflamatoria. La histamina puede causar un broncoespasmo, lo que provoca una dificultad mayor al paso del aire por las vías respiratorias. Asimismo, se favorece la producción de moco que obstruye aun más las vías, lo que origina ataques de tos y disnea, o sea, falta de aire.

Una crisis típica empieza con tos, estornudos, y respiración entrecortada, aunque ciertos individuos sólo desarrollan una tos seca. Incluso sin tratamiento, el ataque suele ceder en unas pocas horas; la tos se hace más húmeda y el sujeto expectora grandes cantidades de moco. Las crisis pueden repetirse en horas o días, o permanecer ausentes durante meses o incluso años. El estatus asmático, crisis prolongada que persiste a pesar del tratamiento, es una forma especialmente grave y a veces mortal de la enfermedad, y por lo general requiere hospitalización. La frecuencia y gravedad de los síntomas asmáticos varía mucho de una persona a otra; en algunos niños con asma los ataques desaparecen al alcanzar la edad adulta.

 

QUÉ LO CAUSA...

Muchos ataques asmáticos se deben a una hiperreactividad de las vías respiratorias que se produce cuando bronquios y bronquiolos entran en contacto con diversos agentes medioambientales o estímulos fisiológicos.

El ataque de asma se debe, generalmente, a la inhalación de partículas muy pequeñas que transportadas con el aire entran en contacto con los pulmones. Muchas veces se trata de alergenos, es decir, sustancias naturales como el polen, el polvo o pelos y restos de piel de animales que producen una respuesta exagerada del sistema inmune en la cual un anticuerpo, la inmunoglubulina E, inicia la respuesta inflamatoria.

El asma también afecta a personas que no son alérgicas; en estos casos, distintas sustancias químicas irritantes pueden desencadenar una respuesta inflamatoria que provoca un asma bronquial. Esto puede ocurrir en personas sensibles a ciertos productos químicos industriales, a determinados contaminantes atmosféricos o a sustancias químicas presentes en perfumes, lacas de pelo o cosméticos, entre otros. A veces, determinados estímulos fisiológicos pueden desencadenar un ataque de asma, como el ejercicio, el frío o una infección. Sustancias presentes en la comida o en los medicamentos también pueden originar un ataque asmático. Incluso emociones intensas, al llorar, al reír o gritar, pueden provocar una hiperventilación y, por tanto, una excesiva inhalación de oxígeno que da lugar a un estrechamiento de las vías respiratorias.

Distintas investigaciones sugieren que determinados factores genéticos pueden incrementar el riesgo de desarrollar asma. Se ha comprobado que los niños de padres asmáticos son más propensos a padecer la enfermedad.

 

SU TRATAMIENTO

Las crisis asmáticas se pueden tratar o prevenir con varios fármacos. El tratamiento habitual es la inhalación de preparados broncodilatadores, como salmeterol o terbutalina, que proporcionan alivio en pocos minutos. Las crisis graves que no responden a estos preparados específicos suelen precisar tratamiento con corticoides. Entre los fármacos cuya función es prevenir los síntomas asmáticos se incluyen la teofilina, que se suele administrar en comprimidos, y el cromoglicato disódico, que se inhala.

Cuando el asma está asociada a una alergia provocada por partículas inhaladas, se recomienda evitar el alergeno responsable, aunque esto es difícil de conseguir. Las almohadas de plumas y los animales de compañía se pueden evitar, pero el polvo, los mohos y los pólenes no. Las pruebas cutáneas de alergia identifican los alergenos responsables, y las inyecciones de desensibilización periódicas de pequeñas cantidades de estas sustancias son en ocasiones útiles; estas inyecciones deben administrarse durante varios años.